lunes, 2 de junio de 2014

Aprendí a amar y aprendí a caer, aprendí a vivir y aprendí a crecer. Aprendí que el mundo es cruel y es duro y nada de lo que te dicen en los cuentos suele suceder. Aprendí que hay sonrisas maquilladas de falsedad, que el mundo lo mueve la avaricia, la obsesión y el afán de poder. El mundo que hay ahí fuera es demasiado duro para no mirar. Pero en medio de toda esa maraña de miedo de egoismo y de avaricia también hay amor. Aprender es aprender, sufrir. A veces necesitas que te despedacen y te enseñen lo duro que puede llegar a ser todo esto para que cambies, que crezcas, que te hagas duro y aprendas a jugar con las reglas que mueven todo esto. La vida no es justa, la primera lección de vida de Bill Gates y la más importante. Una vez que asumas que el mundo no es lugar para débiles, has aprendido. Por eso cada pequeño gesto de gratitud, cada palabra de aliento, cada acto de bondad nos conmueven. A veces creo que no estoy preparada para vivir en este mundo y a la vez me doy cuenta de la coraza que me ha obligado a construir.